miércoles, 1 de agosto de 2007

Hellraiser Los que traen el infierno


Todo comenzó con Clive Barker, un escritor británico que había conseguido destacar con sus curiosos "Libros de sangre" una recopilación de relatos llenos de lenguaje gráfico, abundantes dosis de muertes bizarras y tramas muy, muy extrañas. Un par de sus relatos habían sido llevados al cine por diectores "mercenarios" y los resultados no habían satisfecho al escritor. Por ello decidió probar suerte él mismo en la dirección, adaptando una novela corta suya, The Hellbound Heart, retocada para hacerla más comercial, pero en líneas generales, fiel a la letra original. Rodada en Gran Bretaña, pero producida por la New World (productora americana de cine independiente) con un presupuesto ínfimo y actores (en aquella epoca) desconocidos, la mayoría provenientes del teatro, comenzó el rodaje de "Hellraiser".
Un hombre, Frank Cotton, compra una extraña caja en un bazar oriental. Más tarde, de vuelta en Gran Bretaña y alojado en la casa familiar, resuelve la caja, que es un puzzle cuya resolución, presumiblemente, le traerá placeres sin límite. Una vez resuelta la caja, lo que llega son unas criaturas mutiladas que le causan un sufrimiento horrible hasta la muerte.
Algún tiempo más tarde, el hermano de Frank, Larry, llega a la casa con intención de asentarse allí con su esposa Julia (la cual nunca ha olvidado el único encuentro amoroso que hubo entre ella y Frank, antes de su boda con Larry). Allí, la mujer empieza a percibir una extraña presencia, y durante la mudanza, un accidente hace que Larry se corte y sangre sobre el suelo. La sangre es absorbida por los restos mortales de Frank, que revive, aunque convertido apenas en un puñado de huesos con la consistencia de la gelatina. Frank decide utilizar a Julia para restaurar su cuerpo, la única manera es alimentarse con la sangre de otros hombres. A pesar del horror y el asco que esto le produce, Julia acepta y comienza la restauración... aunque hay cosas con las que la pareja no cuenta, como que Kirsty, hija de Larry con una esposa anterior, les descubra, les robe la caja y, por accidente, llame a los seres dueños de la caja: los cenobitas...
Como se ve en una simple génesis del guión, no hay nada nuevo. La caja-puzzle remite, sin ir más lejos, a la caja de Pandora, y el modo de Frank de resucitar y restaurar su cuerpo es similar al que ya se ha visto en algunas películas de vampiros. De hecho, no es gratuito comparar a Frank con un vampiro, y no solo porque en su estado incompleto se nutre de sangre; en su primer encuentro con Julia se queda en la puerta de la casa hasta que ella le invita a entrar, característica de sobra conocida en los vampiros....
Lo novedoso es el tratamiento del mal, y de las criaturas ideadas por Barker, los cenobitas: unos seres mutilados, santos de su particular religión sadomasoquista. Aunque monstruos, no son ellos los malos de la historia, su función es cumplir con unas reglas muy claras: quien abre la caja puzzle, debe seguirles a su mundo para "gozar" de sus placeres. Lo quiera o no el que les ha invocado. No son ellos los que provocan el mal, sino Frank y Julia, masacrando inocentes sin miramientos por sus intereses egoistas (Julia, volver a tener a Frank, y Frank, simplemente, volver a existir como persona). Es decir, son los humanos, y no los monstruos, quienes causan el sufrimiento y convierten la vida de los inocentes (Larry y Kirsty) en un infierno.
Aunque hacia el final, estas reglas se rompen (parte de los cambios que se hicieron de la novela para hacer la película más comercial) esto no rompe el misticismo, casi la santidad que rodea a estas criaturas. Los efectos especiales en cuanto a sangrías y deformaciones son excelentes, no así los efectos de luz (cuando las puertas del mundo cenobita se abren) que quedan cutres y bastante forzados. La película está recorrida por un aura enfermiza, abundan las cadenas, la carne en descomposición, comida podrida llena de insectos...
Las excelentes y originales propuestas hechas por Barker quedarían tiradas por los suelos en las siguientes secuelas, cada una peor que la anterior, donde en lugar de retomar los aspectos morales (es el ser humano y no la criatura fantástica la que genera el mal) se regodeaban cada vez más graficamente en las deformaciones de los cenobitas y en sus actividades. Los cenobitas quedarían convertidos en vulgares "Freddys", limitandose a matar de formas imaginativas, reirse de sus victimas y soltar frases tan grandilocuentes como vacías. Una verdadera lástima.

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